JORGE HERNÁNDEZ

El tamaño no importa

Recientemente, tras la publicación por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) de la Ley de Ordenación del Sector Lácteo, mediante la cual se ha fijado el límite en 850 UGM para las explotaciones nuevas, ha vuelto a la palestra el tan manido tema del tamaño de las granjas y su vinculación con la rentabilidad.

Deberíamos tener claro que dentro de la Unión Europea somos probablemente el país que tiene una legislación más laxa respecto a la nueva construcción y al tamaño de las granjas lecheras y que, además, era necesaria una regulación que impidiera aberraciones como la que se planteaba en Soria con 23.000 vacas, que hubiera puesto en apuros a muchas granjas de la cornisa cantábrica y de Castilla y León. Creo firmemente que es un tamaño suficiente para que una granja pueda ser viable económicamente; además, debemos procurar facilitar que las granjas ya existentes y cuya capacidad esté cercana a las 850 UGM puedan crecer si es necesario o si su viabilidad así lo requiere.


El buen ganadero es aquel que hace rentable y viable su ganadería, que produce por encima de todo una leche de altísima calidad, que es capaz de disfrutar de su trabajo y transmitirlo a la sociedad [...], independientemente del tamaño.

Durante años se nos vendió como lógico y exitoso el crecimiento continuo y en ocasiones desmesurado, “el modelo americano” decían. Casi siempre esta idea partía de la propia industria (que incluso financió el crecimiento de algunas ganaderías a las que posteriormente dejó de recoger la leche en épocas de excedentes) o de empresas del sector que solo miraban por sus intereses económicos. Cualquiera que conozca un poco el sector lácteo americano sabe que cualquier granja con 300 vacas en ordeño posee una base territorial de 600-800 acres (250-350 ha), algo que dista mucho de la realidad del sector productor en España en la mayoría de las zonas.

Además, en los próximos años, habrá que hacer frente cada vez más frecuentemente a los ataques que vienen desde los grupos animalistas, ultraecologistas y gentes urbanas ajenas al sector en general, a los que probablemente sea más fácil explicar el modelo productivo de una granja de 100 vacas que el de una de 1.000.

Esta idea, comprada por algunos ganaderos como una verdad absoluta, solo ha servido para crear disputas en el sector, catalogando a unos (los grandes) como competitivos y buenos ganaderos frente a los otros (los pequeños) como poco rentables y sin futuro.

Pero ¿quién es grande o pequeño? ¿Quién ha establecido esa línea imaginaria entre lo bueno y lo malo? Yo, que soy pequeño, o al menos así me considero (ordeño 80 vacas y tengo 160 animales), siempre he creído que el buen ganadero es aquel que hace rentable y viable su ganadería, que produce por encima de todo una LECHE DE ALTÍSIMA CALIDAD, que es capaz de disfrutar de su trabajo y transmitirlo a la sociedad de forma que pueda ayudar a mejorar la percepción que el ciudadano tiene de nosotros, independientemente del tamaño.

Obviamente, el crecimiento y el dimensionamiento de las granjas es necesario para hacer más fácil la conciliación o la rentabilidad de ciertas inversiones, pero, por favor, no usemos esto como arma arrojadiza para atacar al otro.

La única verdad absoluta que existe en el sector lácteo es que para que haya rentabilidad debemos recibir un precio justo y, por desgracia, de esto sabemos un poco. Entendamos que cuando un ganadero cierra, no se va un competidor, se va un compañero, y el tamaño no te va a proporcionar la fuerza necesaria para enfrentar los desmanes de la industria (que seguirán...).

Hemos dejado atrás casi dos años en los que el sector ha pasado una de las peores crisis que recordamos y tan solo hace unos meses que hemos alcanzado un precio digno que nos permite tener rentabilidad, pero que nadie se engañe, tenemos ese precio porque NO HAY LECHE. Que nadie crea que las caritativas almas de la Inlac pensaron que, como se nos dispararon los costes y estábamos con el agua al cuello, era imprescindible subir el precio de compra.

Ahora que somos menos de 11.000 (y que seguiremos perdiendo activos) igual llegó por fin el momento de dejar de mirarnos el ombligo y pensar que todos sumamos, todos hacemos fuerza y todos somos sector. Por favor, las lecciones que las den los mejores, ¡no los más grandes!