Con más de cuarenta años de historia, la ganadería Hermanos Sañudo Argüelles ha evolucionado y crecido, pero en la actualidad se enfrenta a un obstáculo inesperado: la presión del polígono industrial que la rodea. Lejos de rendirse, siguen creyendo en el progreso de su negocio y reclaman a la Administración una solución que les permita continuar trabajando sin más trabas. Más en Vaca Pinta 51.
HERMANOS SAÑUDO ARGÜELLES
Localización: Val de San Vicente (Cantabria)
Propietarios: Los hermanos Sañudo Argüelles, Andrés, Manuel y María del Mar, y sus padres, Manuel y María Dolores
N.º total de animales: 310
Vacas en ordeño: 120
Media de producción: 40,2 kg/vaca/día
Porcentaje de grasa: 3,30 %
Porcentaje de proteína: 3,40 %
RCS: 220.000 cél./ml
Venta de la leche: Nestlé
Precio de la leche: 0,50 €/l
Los padres de los hermanos Sañudo Argüelles, Manuel y María Dolores, llegaron a las tierras donde está ubicada hoy en día la ganadería en el año 1982 y ahí construyeron la nave central de su negocio. Desde entonces, fueron creciendo poco a poco con distintos anexos y en el año 2014 experimentaron el cambio más importante, con el que se creó la granja tal y como la hemos conocido en este mes de marzo.
“En aquel momento, pasamos de las plazas fijas a los cubículos y de la ceba tradicional a la mezcla unifeed. Como es normal, tuvimos que adaptarnos y evolucionar, pero ese momento marcó lo que somos hoy en día”, recuerda Andrés Sañudo, uno de los tres hermanos –Manuel, Andrés y María del Mar– que conforman la sociedad, junto a sus progenitores.
COMER O DEJAR COMER
Actualmente, la ganadería se encuentra rodeada de varias naves, en pleno polígono industrial de Los Tánagos, una situación que, aunque a priori solo parece circunstancial y curiosa, les está provocando grandes impedimentos a la hora de tomar decisiones para crecer o para realizar mejoras en sus instalaciones.
“Nuestra ganadería estaba aquí antes de que llegara el polígono y ahora parece que no somos compatibles”, ironiza el ganadero. La zona industrial está dentro de un Plan Singular de Interés Regional (PSIR) y llevan años luchando contra ello. Saben que algún día los acabarán echando de su propia casa, pero también tienen claro que “buscaremos a dónde ir y continuaremos con el legado que nos han dejado nuestros padres”, afirma.
En este sentido, reclaman a la Administración que “no se puede tener a un negocio y a una familia atados de pies y manos, sin poder hacer absolutamente nada. Si han decidido aplicar en esta zona un PSIR, que lo desarrollen y lo tramiten cuanto antes, pero que no nos tengan así alegremente años y años, porque nosotros en esta situación no podemos llevar a cabo ninguna mejora”.
“¿Por qué no se hace lo mismo con otros sectores? ¿Por qué se pisa al sector ganadero?”, se pregunta. Tan solo exigen una decisión lo más urgente posible: “O comer o dejar comer. Tan simple como eso”, lamenta Andrés.
DISTRIBUCIÓN DEL REBAÑO Y RACIONES
Con un rebaño total de 310 animales y unas 120 vacas en ordeño, están produciendo unos 40,2 litros por vaca y día, con porcentajes de 3,30 % de grasa y 3,40 % de proteína. “Tendemos más a la proteína que a la grasa, porque, valorando el coste y los ingresos que obtenemos, nos sale más rentable”, explica Andrés.
Venden la leche a Nestlé a un precio de 0,50 euros por litro y esta industria está “premiando más la proteína que la grasa, aunque este año es verdad que ha subido los tramos de la grasa y la penalización es grande, pero aún así me sigue compensando trabajar de esta manera, porque la proteína no nos cuesta nada producirla”, añade.
Para lograr estas cifras, las productoras están comiendo una ración de 26,2 kilos de materia seca con 22,2 kg de silo de maíz, 16,4 kg de concentrado, 3,3 kg de paja picada, 2,3 kg de veza picada, 0,45 kg de aceite de soja, 190 gramos de corrector y 100 gramos de metionina.
El coste de la ración en relación al litro de leche es de 7,69 euros, un número que a prioripuede parecer alto, pero no lo es según razona Andrés: “Con una media de 40,2 litros por vaca y día y cobrando 0,50 euros por cada litro, tenemos un margen entre ingreso y gasto de 12,47 euros por vaca y día. Si nos centrásemos solo en el gasto, les quitaríamos a las vacas de comer y eso no se debe hacer. Hay que ver cuánto gastas, pero también cuánto ingresas y así harás las cosas bien”.
Por su parte, las vacas secas se alimentan de silo de maíz, silo de avena, paja picada y pienso y las de preparto, toman la misma alimentación que las secas y les añaden a mayores el unifeed que sobra de las vacas en lactación, “para que vayan tomando contacto con la siguiente ración que les tocará”, indica el ganadero.
Las vacas de leche y las terneras que nacen hasta los cuatro meses viven en las instalaciones propias de la ganadería, las vacas secas y las próximas al parto descansan en una nave alquilada a poca distancia y la recría, desde los cuatro meses hasta que es inseminada y está a 40 días de su primer parto, se cría en una ganadería zamorana.
Los hermanos Sañudo Argüelles querían seguir creciendo en número de animales, pero la capacidad de sus instalaciones y la imposibilidad de realizar cualquier obra de mejora, por culpa de la situación que viven con el polígono industrial, impedían ese objetivo. “La solución –subraya Andrés– fue alquilar una nave aquí cerca y recriar a las terneras fuera de la explotación”. Surgió el contacto con un ganadero de leche de Zamora que acababa de dejar su rebaño y “allí cuida de nuestras futuras vacas”.
En el momento que nace una ternera, dan mucha importancia a su encalostrado. “Lo primero que hacemos es encalostrar con un mínimo de un 18 % de su peso corporal y a una temperatura de entre 40 y 41 grados. Además, les ponemos su manta chaleco. Es esencial”, valora.
El tercer día comienzan a tomar leche maternizada con una aportación de calostro hasta las dos semanas de vida y les dan también un puñado de copos de maíz para que vayan cogiendo contacto. “A partir de los 12 días ya los empiezan a comer y les ponemos entre toma y toma un poco de agua para que vayan bebiendo poco a poco. A las tres o cuatro semanas, les dejamos el agua a libre disposición”, describe Andrés.
Rebajan desde ese momento la aportación de calostro e incrementan la dosis de leche maternizada. A los 40 días, les añaden un puñado de una mezcla de harina, 60 % de maíz y 40 % de cebada, para que vayan acostumbrando la panza y están así, en boxes individuales, hasta los 70-85 días que se destetan. Luego, ya en grupos, comen pienso, paja y agua hasta los cuatro meses.
En su siguiente fase, ya en Zamora, la alimentación pasa a ser hasta los 12 meses forraje de avena o veza –depende de las cosechas– con la misma mezcla de harina a libre disposición. A los 12 meses se trasladan a otro patio para ver los primeros celos y pasan a comer unifeed con veza o avena, pienso y paja.
Son inseminadas sobre los 13 meses y medio según su talla y peso, y vuelven a Cantabria unos cuarenta días antes de parir.
En la gestión de la recría cuentan con el asesoramiento de la veterinaria Marta Isabel Vicente; para toda la parte de genómica, con Javier Rojo; para calidad de leche, con Marta Mantecón; para reproducción, con Manuel Ferreiro, y para diferentes aspectos de la gestión de la granja, con José Manuel Vidal.
PREVENCIÓN, UNA MÁXIMA EN SU MANEJO
Las instalaciones de los hermanos Sañudo Argüelles son antiguas, porque “cuando se construyeron nos tuvimos que adaptar a nuestro presupuesto y ahora mismo no podemos seguir invirtiendo aquí cuando sabemos que tarde o temprano nos tendremos que ir”, resume Andrés.
Adaptándose a lo que tienen, su pilar fundamental es la prevención. Como apunta Andrés, “prevención en todo: en elaborar bien la comida, en los protocolos de salud de los animales, en limpiar bien los patios, en manejar bien los cubículos y las camas”.
Las camas son de colchoneta, lo que implica una limpieza y un de-sinfectado mayores. Pasan el cepillo y echan carbonato cálcico mañana y tarde, y las desinfectan una vez al día; en verano, dos.
Tienen instalados ocho bebederos en total, para que los animales accedan fácilmente a la bebida y no tengan que desplazarse mucho por la nave. “Para su mayor bienestar también instalamos cepillos rascadores, pues somos conscientes de que el carbonato las irrita bastante”, indica.
Otro de los problemas que quisieron atajar en los últimos años fue el estrés por calor. “El pico que sufrimos en 2022 nos enseñó que era necesario buscar una solución”, reconoce. Tras las bajadas de producción y de fertilidad, e incluso la pérdida de algún ejemplar, colocaron varios ventiladores y sistemas de frío, y les están funcionando bien.

¿Desde cuándo trabaja en esta ganadería y en qué consiste su asesoramiento?
Llevamos trabajando aquí en la ganadería Hermanos Sañudo Argüelles desde 2019. Empezamos viniendo por aquí por temas de prevención y hemos ido desarrollando una serie de trabajos enfocados principalmente en este aspecto y en la salud de las terneras.
Monitorizaron al rebaño en 2020, porque siempre les ha gustado mantener un buen control de la salud de sus vacas, y les doy asesoramiento también en este aspecto.
¿Qué destacaría del manejo de la recría en esta ganadería?
Buscamos la prevención desde antes del nacimiento, con la vacunación de las madres, hacemos hincapié con el encalostrado, y, desde principios del 2020, empezamos a hacer ecografía pulmonar de manera periódica para detectar animales que estuviesen sanos a la hora del destete.
Por un lado, necesitaban conseguir una buena salud pulmonar para trasladarlas a la granja de recría en Zamora, y, por otro, querían ser capaces de desarrollar todo el potencial que buscan en las terneras con las pruebas genómicas.
¿De qué manera ayudan los collares de monitorización?
Estamos monitorizando el tema de los celos y toda la parte de reproducción con los parámetros que aportan los collares en base a la rumia, la actividad y el tiempo comiendo.
Luego, medimos también los aspectos relativos a la salud y, de manera importante, la salud posparto.
Por último, los collares nos aportan mucha información en cuanto a las rutinas de grupo, datos que ayudan a la hora de valorar decisiones sobre la nutrición, algo que se valora mucho en esta ganadería. Ponen el foco en que la nutrición sea estable y en que, con las condiciones que tienen de las instalaciones, haya una alimentación lo mejor posible. Gracias a los collares, podemos ver si hay ciertas variaciones o no para tomar decisiones de una manera anticipada.
¿Están intentando mejorar algún aspecto?
La verdad es que en la actualidad seguimos centrados en la recría, aunque hemos dejado de hacer, por falta de tiempo, la ecografía pulmonar. Aún así, seguimos trabajando para que las terneras lleguen en buen estado a la fase del destete y que se puedan marchar a Zamora con las mejores condiciones.
Además, estamos poniendo mucho empeño en que las vacas estén sanas, sobre todo porque las condiciones que permiten sus instalaciones no son las más óptimas para ellas. De esta manera, es muy importante tener a las vacas monitorizadas, porque así podemos conseguir una información objetiva y fiable de su comodidad.
La limpieza de los patios centrales la deben realizar a mano y en la parte del pasillo de alimentación cuentan con arrobaderas de cable. Todo el purín se recoge en una única fosa abierta de 750 m3. Lo utilizan para fertilizar sus fincas y también las de varios vecinos que gestionan granjas de pastoreo.
Ordeñan a las vacas dos veces al día, a las seis de la mañana y a las cinco y media de la tarde, en una sala 2x8 con plaza fija.
En cuanto a calidad de leche, están teniendo un recuento de células somáticas que ronda las 220.000 céls./ml y están aplicando el secado selectivo. “Gracias a nuestra veterinaria de calidad de leche, Marta Mantecón, nos dimos cuenta de que no todos los secados debían hacerse con antibiótico”, recuerda. Ahora, llevan a cabo un seguimiento de cada animal, estudian cada caso y, en función de los datos de los últimos tres controles, deciden en función de las mamitis que se hayan registrado y los antibiogramas poner o no antibiótico de secado. Por normal general, utilizan el tapón y nada más.
UN REBAÑO JOVEN
La media de número de partos del rebaño es de 2,2 y el porcentaje de vacas jóvenes, elevado. “No porque retiremos a las vacas en un carretillo –bromea–, sino porque hemos encontrado una buena oportunidad para vender vacas y no novillas, y para nosotros es un ingreso extra”.
Venden vacas para vida y están muy centrados en la genómica de sus animales. “Los datos genómicos que obtenemos nos muestran que las terneras son superiores a las vacas y es por eso que optamos por descartar a los ejemplares adultos, que todavía pueden hacer lactaciones, pero no en nuestra granja”, puntualiza.
Andrés considera, además, que esta manera de vender animales no solo le aporta beneficios, sino que ya es una cuestión personal o casi sentimental: “Si te gustan las vacas, ganas más en todos los sentidos si las vendes a vida”.
Iniciaron su trabajo con la genómica hace cuatro años, porque consideraban que “si no hay progreso genético por índices, no hacemos nada”.
Se centraron en parámetros como la vida productiva, la producción y las calidades para conseguir animales rentables y se apoyaron en los estudios de genómica, que realizan a todas las cabezas que nacen en la explotación.
“Con los resultados, descartamos algunas terneras que eran negativas y las adultas peores, para quedarnos con los mejores ejemplares”, puntualiza.
Apuestan siempre por la raza holstein, solo tienen tres o cuatro ejemplares de otras razas destinados a atraer a los niños de la casa: “Son como un juguete para ellos”.
El 90 % del semen utilizado es sexado, porque su objetivo es seguir creciendo, y solo utilizan un 10 % de cruce con carne, en aquellas novillas o vacas que son repetidoras o que no quieren bajo ningún concepto, por su comportamiento o por sus índices genéticos.
Finalmente, entre probados y genómicos no hacen distinciones, pues seleccionan a los toros según el coste y su posible aportación.
CULTIVOS DE MAÍZ Y AVENA
Trabajan un total de 46 hectáreas, aunque solo reservan 30 de ellas a sus cultivos de maíz y avena. Las 16 restantes las destinan únicamente a verter purines y a segar. “Lo que sacamos de estas lo destinamos tan solo a las camas de las terneras y de las secas, no le damos un valor real”, comenta Andrés.
Rotan el maíz con la avena para elaborar forrajes para la alimentación de su ganado, lo que les permite no estar todos los días en el campo, porque practican un único corte de avena, y, de igual forma, continúan consiguiendo materia seca.
“Buscamos fibra digestible y almidón, no tanto kilos de proteína, porque lo podemos suplir con soja, por eso nos centramos en estos dos cultivos”, admite.
Además, la avena les facilita adelantar tanto la siembra como la cosecha del maíz. “Si el tiempo nos deja, el 15 de mayo ya tenemos el maíz fuera y a finales de agosto lo tenemos cosechado”. Así, las empresas que les ayudan en este tipo de labores están siempre más disponibles y no trabajan con tanto agobio, porque el resto de sus clientes llevan otros ritmos.
Otra de las ventajas que destacan de la avena es que les deja un margen para su recogida de dos o tres semanas, para no depender tanto de la climatología. Cuando la espiga se queda pastosa es que está en su punto y obtienen “toda la fibra que buscan sin perder nada de azúcar”.
UN SECTOR PRIMORDIAL
En cuanto al futuro del sector lácteo, Andrés Sañudo cree que volverá a ser un pilar fundamental de la estructura, porque “producimos alimentos esenciales y cada vez hay menos gente dispuesta a trabajar de sol a sol los 365 días del año”, algo que también considera que afecta al precio de la leche, pues fue subiendo poco a poco en los últimos años y no ha bajado “tal y como esperaba la industria, porque cada vez quedamos menos”.
El relevo generacional es un reto que afecta a todo el sector y, por supuesto, también se vive así en Cantabria. Aunque los hermanos Sañudo Argüelles tienen hijos y a Andrés le gustaría que sus hijas o sobrinos continuasen, pues “es un negocio familiar con futuro, del que se puede vivir con buena gestión y pisando siempre en el suelo”, también asume que “hay condiciones que no se les pueden pedir”.
Finalmente, reclama que las condiciones de juego sean las mimas para los ganaderos que para las industrias y que “nos dejen vender nuestro producto al justo precio”.