Desde hace seis años, es tradición que en nuestro equipo juguemos el 20218 en la lotería de Navidad. Como alguno se imaginará, es una fecha, el 20 de febrero de 2018, el día en el que la empresa editora de esta cabecera volvió a nacer, un momento en el que se dio un golpe sobre la mesa y, frente a quienes creyeron que cualquiera podría hacer nuestro trabajo, decidimos demostrar nuestra valía y años de experiencia en este sector con la presentación del primer número de Vaca Pinta.
Sobre los entresijos de la puesta en marcha de esta revista podríamos contaros muchas anécdotas, porque no hubo sangre, pero sí sudor y… puede que alguna lágrima. Podríamos hablaros de cómo una llamada de teléfono a finales de enero paralizó nuestra redacción, o de los cientos de llamadas que se sucedieron durante las semanas siguientes, en las que la palabra “burofax” se repitió hasta la extenuación. Podríamos explicaros la gratitud infinita que sentimos (y que todavía sentimos hoy en día) cuando tantos, tantísimos, anunciantes, colaboradores y amigos, entendiendo la posición en la que nos dejaba el final abrupto de nuestra etapa anterior, decidieron seguir apostando por nuestro trabajo, por quienes estábamos detrás de él, independientemente de la marca bajo la que se amparase en el futuro inmediato.
Podríamos confesaros que parte del contenido de esa edición salió de temas que llevábamos años deseando poner en marcha, que el proceso de creación de maqueta no se demoró más que un par de días, que la web se estructuró en menos de una semana o que la portada del primer número fue la única en la que la dirección no aceptó debate al respecto –mejor dicho: debate hubo, largo y tendido, pero fue en vano.
Podríamos hablaros de un Carnaval que algunos pasamos en la oficina, preparando cada página con mimo, y otros en carretera, grabando más y más trabajos para la puesta en marcha a contrarreloj de una nueva cabecera técnica sobre vacuno lechero que, por no tener, no tenía ni nombre, y de cómo de tensa, estresante y esperada fue la cita con la FIMA de ese año.
Allí se presentaba la revista. Allí se revelaban nuestras cartas. Allí tendríamos la primera toma de contacto para saber si la apuesta por continuar había sido un éxito o un riesgo mal calculado. Qué satisfacción echar la vista siete años atrás y poder decir que la partida la ganamos nosotros. Y quizás la suerte estuvo de nuestra parte, pero, sin duda, nuestro esfuerzo y conocimientos entraron también en el juego. Sea como fuere, aquí seguimos, dando guerra.
Sí, desde luego que podríamos contaros muchas cosas de esos días, porque todavía los recordamos con una claridad meridiana, pero en la celebración de estos cincuenta números también queremos dejar espacio para aplaudir a quienes han estado a cargo de cada una de esas revistas que han llegado a vuestras manos.
No hemos fallado ni una sola vez, ni siquiera en los momentos más difíciles y, por eso, cuando salimos airosos de un –enésimo– pico de trabajo especialmente duro, le recordamos con sorna al jefe: “Ai, Manel, ter tes un equipo caralludo”. Aún no ha llegado el día en el que nos haya quitado la razón al respecto y es justo reconocerle que lleva años haciendo campaña para convencer a los más reticentes de que hay más gente, aparte de él, tejiendo esta cabecera, aunque sabemos que seguirá habiendo quien prefiera interpelarlo directamente por seguridad o comodidad.
Ahora que nos sobrevuela la revolución de la IA, en estos tiempos en los que parece que cualquiera puede sentarse delante de un teclado a escribir sin ton ni son, quizás es más importante que nunca recordar que detrás de cada una de nuestras páginas, de nuestros vídeos y de nuestros posts hay personas. En cada Vaca Pinta trabaja para vosotros un equipo de profesionales rigurosos y comprometidos con el respeto tanto por nuestro oficio como por este sector. Sí, nos apoyamos en los avances tecnológicos para llevar a cabo nuestra labor, pero no son robots quienes os narran las últimas novedades de este mundillo u os interpelan en redes, somos nosotros: Manel, Raquel, Xandra, Silvia, Gemma, María, Mónica, Eva, Hortensia, Nerea e Iván.
A muchos ya nos conocéis, claro. Estamos en ferias, jornadas, concursos, granjas, etc., mientras que otros permanecen en la retaguardia, con tareas de oficina. Algunos llevan en la mancheta de Vaca Pinta desde el primerísimo número y otros han sido valiosas incorporaciones que han ido enriqueciendo a nuestro equipo con el tiempo.
No nos olvidamos de quienes han estado y han dejado su impronta en el “estilo Transmedia”. Mientras escribimos esto, pensamos en Bego, cómo no, una querida compañera y amiga a la que extrañamos mucho y no podemos más que desearle todo lo mejor en sus nuevas aventuras y agradecerle que fuese –y siga siendo– un referente no solo de cómo trabajar, sino de cómo generar un ambiente laboral íntegro a la par que divertido.
También nos acordamos de Killo, nuestro artista todoterreno, en todo momento dispuesto a parar rotativas para atender el último grito de socorro enviado desde la oficina, y de Toño, ejemplo de tranquilidad en momentos de caos y el mejor intermediario posible entre los dramas informáticos y el resto de los mortales. A ellos sumamos a Patri, a Manolo, a Sandra (¡a las dos!), a Sabela, a Iria, a MJ, a Diego, a Emilio, a Rodri, a Raúl, a Brais, a Elena... talentos indiscutibles y referentes en sus campos de trabajo con los que siempre es un placer poder contar.
A todos los compañeros y compañeras que habéis dejado una parte de vuestro buen hacer en esta revista: gracias. Habéis hecho de oro a este equipo.
Cincuenta números de Vaca Pinta… se dice rápido. En estos siete años hemos hecho más de sesenta reportajes en granjas, recorrido la práctica totalidad de las regiones lácteas de España y Portugal, entrevistado a más de un centenar de profesionales y dado cobertura a cerca de 300 jornadas y concursos; todo ello, sin contar con el medio millar de contenidos elaborados para distintas casas comerciales que han confiado en nuestro sello para difundir sus productos y servicios. Nos hemos reinventado para hacer frente a una pandemia, hemos ido abriendo nuevas vías de trabajo y descubriéndoos la actualidad –y la realidad– de este sector. Hemos hablado de las bondades de los lácteos, de nuevas tecnologías, de resistencias antimicrobianas, de la PAC, de enfermedades emergentes, de instalaciones, de recría, de salud podal, de igualdad, de alimentación, de ordeño, de bienestar animal… ¡Y lo que nos queda!
Terminamos ya este editorial especial mirándoos directamente a vosotros, a quienes estáis al otro lado –lectores, colaboradores, anunciantes,distribuidores, imprentas, empresas de transporte… amigos y amigas todos. Es de justicia que os recordemos, una vez más, lo mucho que os valoramos. Ojalá sepáis que no son palabras vacías. Después del esfuerzo titánico que se hizo en su momento para sacar esta revista adelante, nada habría tenido sentido sin una respuesta positiva de vuestra parte. Por eso, cincuenta números después seguimos agradeciendo como el primer día vuestro apoyo, vuestro cariño y vuestro interés por lo que hacemos. Hoy, Vaca Pinta llega a su quincuagésima edición y esperamos que sintáis esta celebración como vuestra, porque desde luego que lo es.