Laura y Natalia Camiño, con solo 25 y 31 años, ya dedican el 100 % de su vida profesional a la Ganadería Castelo, la granja familiar en la que también trabajan sus padres María Ángeles y José Ramón. Robotizaron el ordeño hace año y medio y su futuro inmediato pasa por construir un establo nuevo para su recría. Más en Vaca Pinta 50.
Localización: A Pastoriza (Lugo)
Propietarios: María Ángeles Prieto, José Ramón Camiño, Natalia Camiño y Laura Camiño
N.º total de animales: 207
Vacas en ordeño: 110
Media de producción: 39 kg/vaca/día
Porcentaje de grasa: 4,06 %
Porcentaje de proteína: 3,55 %
RCS: 170.000 céls./ml
Venta de la leche: Entrepinares
La Ganadería Castelo, en el ayuntamiento de A Pastoriza, una de las zonas más productoras de leche de Galicia, es una ganadería con suerte en pleno siglo XXI, pues puede presumir de haber incorporado ya la tercera generación de ganaderos, en este caso ganaderas, a su historia como negocio familiar, gracias a que las hijas de José Ramón Camiño y María Ángeles Prieto, Laura y Natalia, tomaron la decisión de quedarse en el campo y dedicar su vida a las vacas y a la producción de leche.
Todo se inició con sus abuelos, que comenzaron a trabajar con tan solo cuatro vacas y fueron creciendo poco a poco hasta que en 1997 se sumaron sus padres. El crecimiento continuó siendo paulatino hasta llegar al día de hoy, en el que recuentan un rebaño total de 207 animales, de los que ordeñan 110 productoras.
Laura Camiño, de 25 años, lleva incorporada ya seis a la ganadería: “No fue una decisión difícil de tomar para mí, porque siempre me gustaron mucho el campo y los animales. También les doy las gracias a mis padres, que desde pequeñas nos inculcaron los valores de este trabajo con mucho amor y respeto”. Su hermana, Natalia, con 31, a pesar de haber pasado una temporada profesional fuera, ya cuenta con dos años centrada totalmente en la granja.
VISIÓN DE LAS MUJERES EN EL SECTOR, UN CAMBIO A BASE DE ESFUERZOS
En este número de la revista Vaca Pinta, cuyo lanzamiento coincide con el mes de marzo, un mes en el que se conmemora el Día de la Mujer y la lucha de todas por la igualdad de derechos en la sociedad, quisimos abordar con Laura su experiencia personal dentro de un sector tradicionalmente masculinizado.
“Creo que la ganadería es un ámbito visto como más masculino, porque antes se asociaba a un trabajo de mayor esfuerzo físico y la mujer, además de realizar las labores de la granja, se encargaba de la casa; pero hoy en día esto ya no es así gracias a todos los avances tecnológicos que nos han ido llegando”, aclara.
Hace hincapié también en que, a pesar de quedar mucho camino por recorrer, la sociedad ha dado pasos importantes en este sentido y, en su opinión, “la educación debe comenzar en casa, tenemos el deber de inculcarles a las siguientes generaciones que los límites están en nuestras cabezas y que cualquier persona, sea hombre o mujer, está capacitada para desempeñar cualquier trabajo”.
Como mujer inmersa en el mundo rural, afirma que “nunca me he sentido menospreciada por ser mujer y trabajar en el campo. Esa es la realidad, pero considero que aún nos queda mucho que mejorar y que todos los logros conseguidos por las mujeres han sido alcanzados tras soportar desigualdades y tener que demostrar nuestra valía”.
REPASO POR LAS INSTALACIONES
La nave principal de la ganadería está distribuida en tres partes, una más antigua y dos más recientes. En la parte más actual, por un lado, están las vacas más jóvenes, de primer y segundo parto, y, por el otro, las adultas, del tercer parto en adelante.
Todas las camas de los animales en lactación están compuestas por carbonato y serrín. “Antes utilizábamos paja, pero mantenerlas bien era muy laborioso y fue por ese motivo por el que apostamos por estos otros materiales; además, vienen muy bien para fertilizar las fincas y son mucho más cómodos de manejar”.
En uno de los extremos de esta nave se encuentra una parte más vieja donde mantienen a las vacas secas y a las novillas próximas al parto, en cama fría con serrín, que fresan cada dos días.
Los comederos de todas ellas están pintados con una resina con el objetivo de que sean más higiénicos y fáciles de limpiar, y los bebederos, tres en cada lote, los limpian todos los días por la mañana y por la noche.
Cuando construyeron la nave nueva, instalaron ventilación artificial porque llevaban varios años notando cómo, sobre todo en verano, las vacas sufrían mucho estrés por calor. “El calor les provocaba mucha pérdida de fertilidad y la verdad es que fueron una maravilla, porque las vemos mucho más frescas y relajadas”, asegura.
Para su bienestar también cuentan a lo largo del establo con varios cepillos de cow comfort. Según dice Laura, “hacen más que rascar, les eliminan pieles muertas, parásitos dañinos y, sobre todo, las mantienen limpias”.
La limpieza se realiza con arrobaderas de cable que pasan seis veces al día y todo el purín es recogido y acumulado en dos fosas de 500.000 y 1.200.000 litros de capacidad, respectivamente.
La recría más pequeña vive en boxes individuales los primeros quince días de vida y, después, pasa a varios grupos según la edad. Desde el destete hasta que son inseminadas y están próximas al parto, permanecen en el establo más viejo de la explotación, donde los abuelos de Laura comenzaron el negocio; están sobre cama de paja y tienen acceso a una zona exterior.
En este grupo de frisonas quieren poner el foco cuanto antes, porque consideran que “la recría es lo más importante de una ganadería, pues al final son las futuras productoras. Intentamos tenerlas lo mejor posible dentro de las posibilidades que disponemos ahora mismo, pero no las tenemos como quisiéramos. Nuestra intención en un futuro próximo es construirles una nave nueva para ellas”.
ROBOTS Y SECADO SELECTIVO
Hace año y medio que robotizaron el ordeño instalando dos cabinas, una para cada lote de productoras. Antes tenían una sala en espina de pescado de ocho puntos y tardaban en ordeñar cuatro horas por la mañana y cuatro horas por la tarde.
“A mi madre siempre le encantaron los robots. Salía a cualquier lado y siempre volvía hablando de ellos”, indica. La insistencia de María Ángeles, las dificultades que se les presentaban para encontrar mano de obra y la idea de que los robots los liberarían de ese horario que implica una ganadería de vacas de leche los 365 días del año fueron los tres aspectos por los que, desde la incorporación de Laura, comenzaron a valorar esta posibilidad.
Finalmente, dieron el salto y, a pesar de que al principio los animales notaron el cambio y fueron alcanzando los objetivos poco a poco, ya están en una media de 3,10 ordeños por vaca al día.
Desde que empezaron con los robots tienen mucha más flexibilidad horaria y ven a las vacas con muchísimo mayor bienestar animal: “Andan mucho más tranquilas, a su aire, y han aumentado la producción”.
Además, el manejo diario ha cambiado mucho. Antes detectaban celos y enfermedades a simple vista y, ahora, con los collares de identificación, han perfeccionado mucho el control del rebaño. Cada mañana, a primera hora, Laura se sienta en su despacho a revisar la información que le ofrecen los robots y así organiza su día.
“En temas de fertilidad hemos mejorado mucho, porque inseminamos siempre en el momento más óptimo y, en la detección de enfermedades, nos adelantamos a los problemas, porque antes, cuando veíamos las señales físicas, el problema ya era grave”, reconoce Laura. Así también han reducido mucho el uso de antibióticos, algo que la legislación exige cada vez con más fuerza.
La informatización de la granja también le da otra libertad: “Yo puedo faltar en cualquier momento porque ahora lo llevo todo en el móvil. Aunque no esté aquí las 24 horas, sigo teniendo todo bajo control y eso te da tranquilidad”.
Asimismo, con la llegada de los dos robots de ordeño, acordaron implementar el secado selectivo. Cuando quieren secar a sus vacas, les van restringiendo el acceso al ordeño, disminuyen la cantidad de pienso y, finalmente, utilizan en todas el tapón de secado, salvo en aquellas que tengan un recuento alto de células somáticas.
Para instaurar este sistema y controlar la calidad de la leche en su explotación cuentan con el asesoramiento de Mónica García, veterinaria y técnica de Calidad de la Leche en el Centro Veterinario Meira.

¿En qué consiste su asesoramiento en Ganadería Castelo?
El asesoramiento que realizamos en esta granja consiste en mantener el rebaño lo más sano posible para que sea lo más rentable. Para ello, nos basamos en el control lechero, en el secado selectivo, en hacer visitas mensuales, revisar qué mastitis clínicas ha habido, qué mastitis subclínicas hay, qué vacas hay para secar y qué áreas de mejora podemos abordar.
¿Cuándo empezó a trabajar con ellos y por qué?
Empecé a trabajar en esta ganadería en 2020, realizando auditorías de buenas prácticas y welfare quality para la empresa Entrepinares. Poco después, comenzamos a desarrollar los programas de calidad de leche, porque no tenían asesoramiento con ningún técnico y la idea era mejorar un poco en este aspecto.
¿Cómo de necesario es un programa de calidad de leche en las granjas?
Creo que, hoy en día, los programas de calidad de leche son fundamentales por el tema del secado selectivo, ya que hay que saber qué vacas secar con antibiótico y cuáles no, y para mejorar la salud de la ubre con el fin de hacer más rentables las explotaciones.
¿Qué protocolo les recomienda para tener una buena calidad de leche?
La diferencia es que antes había que invertir mucho tiempo en la sala de ordeño y, ahora, el tiempo que se dedica al ordeño es menor. Por ello, hay que ser mucho más cuidadoso con las camas, por ejemplo. Hay que arreglarlas más veces al día para que estén secas y limpias, al igual que el resto de las instalaciones. También deberíamos fijarnos todos los días en si hay vacas cojas, controlar que los robots funcionen correctamente y revisar los informes que genera el robot: posibles alarmas, conductividad, bajadas de producción...
Aquí, cuando cambiaron de sala a robots, también hubo un cambio en las camas, pasaron de camas de paja a camas de serrín y carbonato. La verdad es que a las vacas les va muy bien y hay muy pocas mastitis. En este sentido, es fundamental que las camas estén bien llenas de material, limpias y secas.
¿Qué incidencia de mastitis tienen en esta ganadería?
En 2024, la incidencia de mastitis fue muy baja, se mantuvo por debajo del 10 %, y la prevalencia fue del 18 %.
¿Desde cuándo pusieron en marcha el secado selectivo y por qué se lo recomendó?
Comenzamos a realizar el secado selectivo unos meses después de instalar los robots para que todo se estabilizara. Ya llevamos un tiempo con el sistema y está funcionando bien. Logran una mayor reducción del consumo de antibióticos, un menor riesgo de inhibidores en el tanque y una mayor facilidad a la hora de secar a las vacas y en los partos.
¿Cómo ayuda la correcta gestión de los datos a la hora de detectar problemas?
Con el sistema informático que tienen los robots, disponemos de muchos más datos y nos anticipamos a los problemas.
Para los trabajos de calidad de leche, utilizo los informes de los robots y un programa en el que cargamos el control lechero y las microbiologías que realizamos a lo largo de los meses.
Posteriormente, voy a la explotación y reviso que todo se corresponda. A continuación, analizo las vacas en el robot para comprobar si tienen algo, si hay que tomar muestras, si hay que tratar o cualquier otra necesidad.
MENÚS POR LOTES
Para un correcto funcionamiento del sistema robotizado de ordeño, Laura reconoce que es fundamental gestionar bien la alimentación de los animales. “Para dar con la clave pasamos trabajo, pero, poco a poco, fuimos consiguiendo llegar a donde estamos hoy”, indica.
La dosis de pienso suministrada a cada productora en el robot es ajustada por ellos en función de su producción y forma parte de su ración diaria de alimento, que consta de 0,5 kg de paja, 1 kg de alfalfa, 3,5 kg de silo de hierba, 8 kg de concentrado y 27 kg de silo de maíz.
Por el contrario, las secas y las novillas comen otra ración que elaboran con 13 kg de silo de hierba, 5 kg de paja, 4 kg de silo de maíz y 4 kg de concentrado.
Para las terneras, según nacen, tienen preparado su pienso starter y agua a libre disposición desde el primer día. Se alimentan con leche hasta los dos meses, que son destetadas, y posteriormente pasan a tomar un pienso específico de recría, que les mezclan con un poco de la ración de las novillas, compuesta por raigrás deshidratado y un poco de hierba empacada. Cuando comienzan a ser inseminadas, ya empiezan a consumir la ración de las novillas.
ROTACIÓN DE HIERBA Y MAÍZ
Tanto la hierba como el maíz que utilizan para elaborar las raciones de sus vacas provienen de producciones propias, cultivos que rotan en unas 40 hectáreas totales de terreno, de las cuales poseen 30 ha y alquilan las otras 10.
Condicionados por la climatología, intentan sembrar el maíz en el mes de mayo con la idea de recogerlo entre finales de septiembre y principios de octubre. Usan un ciclo corto y suelen obtener unas 50 toneladas/hectárea.
En el caso de la hierba, se decantan por dos fórmulas: un raigrás híbrido con raigrás italiano y una mezcla con leguminosas.
Ellos mismos se encargan de los trabajos de campo con maquinaria propia, recurriendo a empresas externas únicamente en el momento del ensilado, y todo el forraje obtenido lo almacenan en cuatro silos.
LECHE PARA UNA INDUSTRIA QUESERA
Con esta alimentación, tienen una media de producción de 39 kg de leche por vaca y día, con un porcentaje de grasa del 4,06 % y un porcentaje de proteína del 3,55 %.
Su intención es seguir centrándose en mejorar las calidades de su leche, ya que la entregan íntegramente a la industria quesera Entrepinares, con la que llevan trabajando cinco años.
LAS MEJORES CON MÁS CALIDADES
El destino de la leche, la elaboración de quesos, marca la dirección de la selección genética en Ganadería Castelo. “Queremos quedarnos solo con los animales que más nos compensan en este sentido. Entrepinares es una fábrica que nos exige calidades y debemos caminar hacia esa meta”, resume Laura.
Además de la calidad, valoran otros parámetros como la producción, las ubres, las patas y el tipo en general, por lo que consideran necesario comenzar con el genotipado de su rebaño. Tener claras las características genéticas de cada animal les permitirá avanzar con más precisión y rapidez en su selección.
Apuestan en un 95 % por la raza holstein y solo recurren al cruce con azul belga para aquellos animales que no les interesa recriar. Usan toros genómicos y probados y, en cuanto al semen sexado, siempre en novillas y en vacas de primer e segundo parto con buena fertilidad.
Para todos estos trabajos cuentan con el asesoramiento de los técnicos del programa de apareamientos de Africor Lugo y, según sus recomendaciones, van inseminando según sus necesidades.
Inseminan a las novillas a los 12 meses, siempre que tengan una buena condición corporal. “Notamos que cuantos más celos pasan, peor empreñan; por eso intentamos aplicarles la inseminación lo antes posible”, afirma la ganadera.
Para la siguiente inseminación esperan unos 60 días en el caso de las vacas de primer parto y alrededor de 80 días en las vacas adultas, porque “al estar en una alta producción, si lo hacemos de otra manera, les cortamos más la lactación y reducimos su fertilidad”. En su vida productiva están alcanzando una media de entre 4 y 5 partos.
Para la detección de celos siguen los datos que les proporcionan los collares de monitorización y, en algunos casos puntuales, continúan utilizando sincronizaciones, aunque en menor medida. “Es muy raro que se nos pase un celo –dice–, con esto hemos mejorado mucho las cifras de fertilidad”.
La idea de futuro de Ganadería Castelo es mantenerse en número de animales y quedarse con los mejores ejemplares para obtener el máximo rendimiento posible.
VALORAR EL SECTOR
Laura y Natalia forman parte de una nueva generación de ganaderas y ganaderos que dan esperanza al mundo rural gallego y a un sector que califican como “poco y mal valorado, ya que la ganadería ha avanzado mucho, somos empresas como cualquier otra y de nosotros dependen muchas personas. Nosotros ofrecemos alimentos a la sociedad y, si algún día faltamos, habrá problemas”, advierte la ganadera de A Pastoriza.
Reclama todas las trabas burocráticas a las que tienen que hacer frente y culpa a esta situación como una de las principales razones por las que otros jóvenes como ella no quieren quedarse en sus explotaciones ganaderas. “El éxodo rural es otra de las amenazas que deberían valorarse como sociedad y los que nos quedamos ayudamos a mantener el campo vivo”, destaca.
“Parece que se empieza a valorar un poquito más nuestro trabajo desde fuera”, aunque considera recomendable que la gente que no conoce realmente lo que hacen saque algo de tiempo para acercarse al campo y ver de primera mano “lo bien que tratamos a nuestros animales y cómo es nuestro medio de vida. Se darían cuenta del esfuerzo y la pasión que dedicamos a conseguir un litro de leche”.