ENTREVISTA

M. Overton: “Los productores que cultivan sus propios forrajes de alta calidad están enfrentando mejor esta situación”

En los últimos meses, Europa se ha visto afectada por fuertes incrementos en los precios de materias primas como el maíz y la soja y afronta, así mismo, problemas de abastecimiento cada vez mayores, razón por la cual la Unión Europea ha levantado el veto a importar estos productos de Estados Unidos y de distintos territorios de Latinoamérica. Sobre cómo ha cambiado esto la situación en el mercado estadounidense hablamos en esta entrevista publicada en Vaca Pinta 31 con el experto en datos lácteos de precisión Dr. Michael Overton.

¿Cómo han impactado las nuevas posibilidades de exportación en Estados Unidos?

La industria láctea de EE. UU. También se ha visto afectada por el aumento en los precios de los piensos, pero la magnitud del impacto varía dependiendo de la región. La zona oeste parece ser la más afectada debido a los problemas locales con el agua. Según lo que cuentan productores y nutrólogos, los costes de alimentación han aumentado entre un 20 y un 40 % y se está realizando un gran esfuerzo por identificar ingredientes alternativos para tratar de mantener niveles similares de proteína y energía a fin de que la productividad no se vea afectada.

¿Hay alguna facción del rebaño en la que estén notando más estos aumentos de precios?

Algunos de los mayores aumentos en los costes parecen estar en vacas jóvenes (tenemos un mayor coste de la leche y un mayor coste de la proteína en los granos de iniciación y crecimiento) y en vacas próximas al pico de lactación, pero todos los segmentos se están viendo afectados.


“Cuando los costes de los insumos aumentan significativamente, la primera reacción es intentar reducir gastos. Sin embargo, hacerlo sin tener en cuenta el impacto en los ingresos sería un gran error”

¿A qué tipo de ganadero diría que está afectando menos esta situación?

Los productores que cultivan sus propios forrajes de alta calidad están enfrentando mejor esta situación que aquellos que los compran. Atendiendo a los precios desenfrenados de los fertilizantes, espero que en el futuro los productores presten más atención al muestreo del suelo y a la utilización del estiércol para tratar de reducir la cantidad y el coste del fertilizante comprado. Sin embargo, parece inevitable que vayamos a ver costes de forrajes mucho más altos en el futuro, a menos que algo cambie.

Desde una perspectiva de gestión, ¿cuáles son las áreas clave en las que hay que centrarse para mantener y/o mejorar la rentabilidad en tal situación?

Desde una perspectiva de rentabilidad, se deben tener en cuenta varios aspectos importantes. En lugar de mirar el coste total del alimento, debemos considerar cuidadosamente el valor progresivo de un litro de leche frente al coste marginal del alimento requerido para producirlo. Si bien es cierto que los costes de alimentación han subido significativamente, la mayoría de las áreas también están viendo un aumento en el valor de la leche producida. Normalmente, se necesitan entre 0,4 y 0,45 kg de alimento marginal para producir un litro marginal de leche. Suponiendo que tengamos un coste de pienso de 0,32 €/kg de materia seca en el total de la ración (ensilado, concentrado y heno), y que la leche contiene un 4 % de grasa y un 3,3 % de proteína, producir 1 litro de leche incremental o marginal con un valor de 0,38 €/litro nos cuesta 0,14 €, lo que da como resultado una ganancia neta de 0,24 €/litro de ingresos, menos el coste del alimento.

Obviamente, es importante examinar cuidadosamente todos los ingredientes que se utilizan para identificar cualquier oportunidad de reducir los costes sin que esto afecte negativamente a la productividad. ¿Hay algún subproducto de energía moderada o alta disponible y próximo que pueda ayudar a reemplazar parcialmente una porción del grano que tan costoso es? ¿Existen fuentes de forraje no tradicionales u opciones entre los desperdicios de alimentos para humanos que pueden ser útiles para nuestros animales? ¿Nuestra ganadería se está quedando con vacas de baja producción que deberían ser descartadas o reemplazadas? Sin duda, debemos tener en cuenta que cuando las vacas alcanzan las últimas etapas de la lactación los requisitos de alimentación para mantenerlas constituyen una proporción mucho mayor del coste total de alimentación.


“Todos los ganaderos deberían estar obsesionados con intentar que sus vacas coman un poco más”

¿Y qué hay de la perspectiva nutricional? En crisis anteriores, algunos agricultores decidieron disminuir la cantidad de alimento o usar productos más baratos para mantener la rentabilidad. ¿Puede ser esta una buena opción?

Desde el punto de vista de la gestión, es importante evitar las respuestas impulsivas que parecen lógicas pero que, sin embargo, dan lugar a mayores pérdidas. Por ejemplo, consideremos lo que sucedería con la producción de leche si se sustituye la ración por un ingrediente alimenticio menos costoso y nutricionalmente inferior. Si este ingrediente y, por lo tanto, la nueva ración, es más baja en energía, proteína y/o digestibilidad, la producción disminuirá. Veamos el ejemplo que recojo en las tablas. En este caso que presento, optar por el alimento más barato reduciría el coste como se esperaba, pero la consecuencia no deseada sería que la cantidad de leche producida, los ingresos totales de la leche y los beneficios (los ingresos menos el coste del alimento) también se reducirían.

Este sería un escenario conservador. Imaginemos ahora que el nuevo ingrediente fuera en realidad más alto en fibra menos digerible. En tal caso, deberíamos esperar una reducción en el consumo de alimento, lo que aumentaría la pérdida en la producción de leche y resultaría en una pérdida aún mayor. Este es claramente un caso en el que la reducción del coste no es la respuesta, ya que se debe a la sustitución de un ingrediente por un alimento inferior y la reducción resultante en la producción de leche será mayor que el ahorro en alimento.



¿Recomienda monitorear algún KPI para nutrición o eficiencia?

Cada ganadería es diferente. No estoy seguro de que un solo indicador clave de rendimiento [KPI] sea igual de útil en todas las granjas. Monitorear el coste de alimentación no es la respuesta. Incluso aunque las vacas mantengan su consumo de alimento y la eficiencia productiva frente al aumento de los costes de alimentación, el gasto individual de alimento aumentará.

Si hay un rendimiento de casi 3:1 por euro de alimento DMI [ingesta de materia seca], la mayoría de las granjas deberían esforzarse por maximizar la ingesta de materia seca, asegurarse de que las vacas están sobrealimentadas, es decir, tratar de alimentar con ciertos kilos adicionales de DMI y medir tanto el coste incrementado como el aumento en la producción de leche. Por lo general, la mayoría de las granjas verán al menos un retorno de 2:1. Si es así, deberían repetir el aumento de DMI hasta que el rendimiento caiga por debajo de 1,5. Una cama vacía es un desastre económico. Sé que esto puede parecer algo contrario a la lógica, pero todos los ganaderos deberían estar obsesionados con intentar que sus vacas coman un poco más.

¿Cómo están manejando esta situación los nutrólogos estadounidenses?

No siempre bien… Cuando los costes de los insumos aumentan significativamente, la primera reacción es intentar reducir gastos. Sin embargo, hacerlo sin tener en cuenta el impacto en los ingresos sería un gran error. Si cada euro adicional gastado genera dos euros, y suponiendo un coste de TMR constante a lo largo del tiempo, como se ilustró anteriormente, aumentar los costes de alimentación por vaca puede ser muy rentable. Esto también se aplica a mantener vacas de baja producción. Menos vacas poco productivas disminuirán la competencia por comer y descansar. Si las instalaciones están abarrotadas, descartar unas cuantas vacas poco rentables puede permitir una mayor productividad de las vacas existentes o bien abrir la puerta para que entre al rebaño una nueva novilla más productiva. Mejorar la comodidad de los animales también puede conducir a un aumento en el consumo de alimento y, por consiguiente, un aumento en la producción de leche.