Varios expertos ofrecieron una mesa redonda en el último Congreso Anembe sobre sostenibilidad y aportaron algunas claves para que las granjas puedan ser más eficientes con respecto al medio ambiente. David Yáñez, Frank Mitloehner, Frédéric Leroy y Miguel Escribano explicaron por qué el sector no está entre los que genera más contaminantes, aunque coincidieron en que sí se pueden reducir las actuales emisiones que provoca y contribuir a una mejora del ecosistema. Ver más en Vaca Pinta 46.
La actividad ganadera fue analizada en el XXVI Congreso Anembe como remedio para atajar algunos de los efectos del cambio climático. Colocar al sector como solución fue uno de los principales mensajes que se trasladaron en el panel de expertos sobre sostenibilidad y medio ambiente que acogió la última edición de este encuentro.
Los cuatro especialistas participantes compartieron la necesidad de poner en contexto los datos de impacto. “La ganadería y la agricultura producen poco más de un 10 % de las emisiones contaminantes”, apuntó David Yáñez, veterinario especializado en nutrición de rumiantes que desempeña su trabajo en la Estación Experimental del Zaidín, un centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En este sentido, el profesor del Departamento de Ciencia Animal de la Universidad de California en Davis Frank Mitloehner cree que “los agricultores pueden ser parte de una solución climática, ya que cuando se reduce particularmente el metano podemos tener un impacto positivo en el clima; una disminución del metano conduce a un decrecimiento del calentamiento global”.
Por su parte, Frédéric Leroy, docente de Ciencia y Tecnología de los Alimentos en la Universidad de Bruselas, argumentó que “a veces, tenemos una visión muy estrecha de la sostenibilidad, centramos todo en el cambio climático, pero también deberíamos mencionar la biodiversidad, la salud del suelo, la retención de agua, los ciclos de nutrientes o el bienestar animal”.
Miguel Escribano, catedrático de producción animal en la Facultad de Veterinaria de Cáceres en la Universidad de Extremadura, recalcó que “la producción animal es necesaria y no es responsable de un impacto tan negativo como el que se le presupone. Tenemos que dar una respuesta centrada, pensada y unánime cuando se ataca al sector desde la prensa o al tratar cuestiones con poco rigor. Debemos transmitir que la ganadería es parte de la solución”.
El compromiso con los ganaderos es una de las ideas principales de la Declaración de Dublín, citada por el experto belga Leroy, uno de sus fundadores: “Consiste en un acuerdo sobre el papel social del ganado respaldado por unos 1.200 científicos”. Aseguró que el manifiesto “esencialmente quiere advertir contra las visiones simplificadas y los ataques a los ganaderos. Son demasiado valiosos como para ignorarlos y estamos pidiendo a la ciencia que aporte los mejores argumentos para mostrar los beneficios para la salud, el medio ambiente y la sociedad en general”.
LA NECESIDAD DE LA GANADERÍA
Los cuatro expertos concordaron en que sería imposible un mundo sin ganadería: “Comen alimentos que nadie más puede ingerir”, destacó Mitloehner, quien añadió que “sin los rumiantes no podríamos aprovechar dos tercios de todos los suelos agrícolas. Son esenciales en el ciclo completo de los nutrientes, porque también digieren otros productos que acabarían en los vertederos. Hay que subrayar que estamos tirando el 40 % de los alimentos que producimos en el planeta”.
Leroy describió tres grandes áreas para destacar las ventajas del ganado: “Por un lado, la nutricional; después, los beneficios medioambientales relacionados con el concepto de circularidad, no hay forma de alimentar a todo el planeta solo con plantas, sin que existan monocultivos con un efecto devastador para el medio ambiente. Además, está el aspecto social y cultural, los animales son parte de nuestra historia como seres humanos. Podemos pensar en las cuevas de Altamira, por ejemplo; nadie pintó un pepino en las paredes”.
Siguiendo esta vertiente, el veterinario del CSIC defendió la historia: “Las condiciones climáticas permitieron una producción de pasto y de forraje que hicieron posible la presencia de animales que desarrollaron su simbiosis con la microbiota ruminal. Si hay zonas de la tierra que no usamos para la producción animal, serán ocupadas por rumiantes silvestres. Desde el punto de vista medioambiental hay muchas zonas donde los rumiantes son la manera más eficiente de disminuir la biomasa, que es la que incrementa también el riesgo de incendio. Si nos centramos en el tema nutricional, somos seres omnívoros. Si una persona vegana tiene que tomar un suplemento diario de vitamina y tener mucho cuidado con el perfil de aminoácidos que ingiere en su cuerpo, es por algo. La sostenibilidad, la seguridad alimentaria y la nutrición no son posibles sin producción animal”.
En un supuesto escenario sin vacas, Miguel Escribano opinó que “al final, los recursos se pudrirían y habría igualmente emisión de metano. A lo largo de los siglos, de peor o mejor forma, el agricultor y el ganadero siempre han cuidado el medio”.
“El problema no es la vaca, es el cómo”, apuntó Frank, mientras que Escribano valoró que una de las formas para mejorar el cómo es “conseguir que los animales produzcan menos metano por el tipo de comida que ingieren”.
LA SALUD Y LA ALIMENTACIÓN
Para poner de relevancia al sector, Frank Mitloehner lo tiene claro cuando se trata de priorizar: “Para mí hay dos sectores estratégicos en la sociedad. Uno es el de la salud y otro el de los alimentos y la agricultura”.
En este sentido, Leroy puso el foco en la salud de la población: “Tenemos un problema creciente de síndrome metabólico, diabetes o cánceres y, en parte, estas enfermedades están relacionadas con la alimentación. Ya no basamos nuestras comidas en alimentos nutritivos y completos, sino que los estamos reemplazando por alimentos ultraprocesados; pueden tener calorías y carbohidratos, pero no tienen el paquete denso de vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales”.
Defendió los alimentos de origen animal, carne, lácteos, huevos y pescado: “No podemos reemplazarlos por alternativas que ni siquiera se acercan al valor nutricional de los originales y recordó que “los alimentos de origen animal son mucho más que proteína. Están llenos de vitaminas y minerales, además de grasas esenciales. También tienen todo tipo de compuestos bioactivos como creatina y carnitina, entre muchos otros”.
A mayores de las cuestiones sanitarias, David Yáñez señaló que “hay que ser consciente de que la mejora ambiental va a ser una necesidad que la sociedad nos está poniendo encima de la mesa; por tanto, la parte del sector que se prepare antes va a estar mejor posicionada”.
Ante toda esta situación, los expertos insisten en contextualizar los datos. “Para el 2030 el objetivo es reducir todo el metano que se produce en España en un 30 %, pero el metano no solo proviene de la ganadería, también de la gestión de residuos urbanos o de la industria del gas”, aseguró David Yáñez.
Miguel Escribano matizó que, a pesar de los datos, “la ganadería está puesta en el foco. Nuestra función consiste en revertir esta situación. La ganadería siempre ha emitido gases contaminantes, pero no es el problema y, es más, el pastoreo puede ser una de las soluciones al cambio climático”.
Para reforzar el posicionamiento de sus colegas de mesa, Mitloehner aludió a la historia de su país: “En Estados Unidos hace 100 años teníamos 25 millones de vacas; ahora tenemos 9 millones y producimos un 60 % más de leche. Esto significa que la huella de carbono de un vaso de leche se ha reducido en dos tercios”.
REDUCCIÓN DEL METANO
Bien es sabido que uno de los gases de efecto invernadero que provoca la actividad ganadera es el metano. Entre los orígenes, David Yáñez mencionó “la fermentación entérica, la gestión de estiércoles o la producción de cultivos”.
Los cuatro especialistas concordaron en que el sector debe reducir sus emisiones. Frédéric Leroy incidió en que “se necesitan enfoques integrados y trabajar con soluciones locales. Nunca debería existir un único enfoque con una sola salida para problemas globales”. Aseguró Yáñez que “inconscientemente se están tomando medidas para reducir las emisiones, porque algunas se ponen en marcha para mejorar la eficiencia en productividad e indirectamente aminoran las emisiones”.
Con todo, Mitloehner cree que “aunque ya hay agricultores que reducen las emisiones de las vacas, estamos en este proceso de aprender qué funciona por parte de los científicos, veterinarios y agricultores y ganaderos. Ya hay algunos aditivos para piensos que sabemos que reducen el metano que normalmente se eructa. También existen algunas técnicas de manejo del estiércol donde se capturan los gases que provienen de esta materia orgánica y se convierten en combustible para vehículos o en energía para iluminar una casa”.
David Yáñez subrayó la importancia de “mejorar la eficiencia del rebaño, no solo por mejora genética, sino también por la reducción de periodos improductivos o el incremento de la longevidad, todo eso va a diluir las emisiones porque vamos a producir más leche utilizando menos recursos”. Sumó a esta causa “medidas orientadas a la alimentación; tanto la producción como el uso de alimentos contribuyen con hasta un 70-80 % de las emisiones totales en rumiantes. Se debe trabajar en la calidad del forraje para su mejor digestibilidad” y explicó que “hay productos registrados y autorizados para comercializar y que permiten reducir el metano entérico entre el 5 o el 30 %. El metano entérico contribuye en una ganadería tipo, de Galicia o Asturias, a casi la mitad de las emisiones totales de este sistema de producción”.
Por su parte, Frank Mitloehner expuso un método para modelar las emisiones de cada granja: “Medirlas es costoso, pero se modelarán a través de una cuenta matemática, se podrá predecir cuántas emisiones producen estos animales en base a saber qué y cuánto comen”.
En referencia a las distintas medidas tomadas en otros lugares, el especialista estadounidense compartió la experiencia de California: “Es el lugar en el mundo con la ley de gases de efecto invernadero más estricta. Obligan para 2030 a una reducción del metano en torno al 40 %. Es un reto difícil, pero nuestros agricultores lo están alcanzando porque el Gobierno ha decidido no usar el enfoque de reglas e impuestos, sino el de incentivar financieramente las diminuciones de emisiones. Si el agricultor reduce, le damos dinero; es una visión basada en incentivos”.
El veterinario Miguel Escribano remarcó que todas las producciones son necesarias: “La intensiva cumple sus funciones, llevar a la población alimentos necesarios producidos de forma barata. Por otro lado, tenemos la ganadería extensiva, que es otro modelo y que necesita valorizar sus producciones y sacar ese plus de precio”.
MÁS DESAFÍOS: VIABILIDAD Y COMUNICACIÓN
Además de gestionar una granja sin dañar el medio ambiente, Mitloehner considera que existen otros dos principales retos en el sector: “La viabilidad financiera y la mano de obra, ya que atraer y retener una fuerza laboral cualificada se está volviendo muy importante en todo el mundo”.
En este tema, Escribano recalcó que “si queremos preservar la ganadería el sector tiene que ser remunerado de forma justa. Hay que poner en valor determinados productos, sobre todo, los extensivos. La seguridad de los productos de origen animal y sus impactos sobre el medio ambiente o la salud no pueden ser cuestionados como en la actualidad”.
“Es muy importante comunicar lo que ya ha hecho el sector. Ha mejorado muchísimo en la eficiencia de utilización, por ejemplo, de recursos alimenticios. Tenemos animales que producen más y que pueden vivir más tiempo en edad productiva”, expuso David Yáñez y añadió que “toda actividad humana genera un impacto, no podemos negar el que provoca la ganadería en cualquier formato y debemos trabajar para seguir reduciéndolo”.
Escribano también remarcó la importancia de la comunicación: “A los ganaderos les falta la transferencia de una historia contando la verdad. Relatar los impactos ambientales del vacuno e incidir en que detrás hay familias y una cultura”.
Según Leroy, en el resto de Europa “estamos en un momento en que las comunidades urbanas están desconectadas de los entornos rurales. Ya no estamos en contacto con nuestra comida, lo cual es una base peligrosa. La gente no sabe de dónde vienen los alimentos, cómo se producen y qué hay detrás de ellos”, a lo que Yáñez respondió que hay que acabar con ese desconocimiento: “La ganadería industrial se utiliza como un término peyorativo. A mí me gusta más referirme a ganadería más tecnificada, pero a nadie le importa comprar un champú o una ropa de una industria. En cambio, si es un litro de leche ya es malo. El sector tiene que sacar pecho de su mayor tecnificación y eficiencia”.
Para finalizar, Frank Mitloehner envió el siguiente mensaje que resume el panel de expertos: “Solo si eres sostenible sobrevives y prosperas bajo condiciones en las que dejas tu granja a la próxima generación en mejores condiciones de las que te la encontraste. Ser sostenible significa que sigues haciendo lo que haces sin agotar los recursos que tienes bajo tu control”.