El estadounidense Mark Rueth, ganadero, juez y preparador de concursos reconocido a nivel internacional, viajó en junio a España para juzgar el Concurso Regional de Asturias. Nosotros aprovechamos su visita para conocer su trayectoria profesional y las claves de su actual negocio, Rosedale Genetics, una mezcla entre una ganadería convencional con su propio grupo de vacas de alta genética y un hotel de vacas de concurso, propiedad de otros ganaderos, que mantiene a punto para salir a las pistas.
Es la primera vez que juzga un concurso frisón en España. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Hemos tenido unas grandes secciones de novillas y de vacas. La experiencia ha sido muy buena, la gente es muy agradable, el sitio es muy acogedor y la verdad es que lo he pasado muy bien.
Comenzó su andadura en el sector como preparador de vacas para concursos. ¿Cómo ha cambiado la forma de preparar a los animales?
Hay mucha diferencia desde que yo empecé hasta el momento actual. La explotación de mis padres era una granja muy pequeña y no teníamos los clubs que existen ahora. Hoy en día, gracias a ciertos clubs, los jóvenes pueden iniciarse en la preparación de los animales.
Al principio, nosotros solo afeitábamos la cabeza y las patas, pero a medida que se han ido incorporando nuevos equipos de preparación para los animales, que se ha ido mejorando la comida, el tamaño de los animales, las ubres…, han aparecido otras peladoras, otros secadores y la verdad es que las cosas han cambiado mucho.
Cuando yo comencé en esto, lo que se pedía eran vacas potentes y fuertes; ahora estamos buscando vacas con más limpieza de hueso y más carácter lechero. Las cuchillas cortan más el pelo para potenciar ese carácter lechero que queremos ver y las ubres podemos pelarlas con peines que dejan el pelo muy corto.
Con su mujer creó una de las granjas más conocidas a nivel mundial, Rosedale Genetics. ¿Cómo transcurrió su historia?
Toda la historia de Rosedale proviene de una novilla que compré, de la BlackRose, el primer animal que tuve con genética, porque en mi casa no había.
Estuve durante cuatro años viajando por el mundo, preparando animales y en el año 2000 alquilé una explotación, porque no teníamos una propia para reunir a todos los animales.
La BlackRose fue la vaca que nos puso en el mapa y en esta nueva explotación, que alquilamos por cuatro años, hicimos todo el rebaño basado en genética.
En 2005 compramos nuestra propia explotación y ese año fue increíble, porque conseguimos ganar en Madison la campeona supreme y la reserva. Esos premios fueron el resultado de la genética que habíamos estado buscando y recogiendo durante todos los años atrás.
No compramos animales del exterior y lo que hicimos fue ir recriando a todas nuestras vacas hasta llegar a las 70 cabezas.
Allí las ganaderías están creciendo mucho, están incrementando mucho las cabezas por explotación. En Wisconsin la media de animales estaba entre las 45 y las 50 vacas, y actualmente el promedio está entre 150 y 500 vacas.
Cuando tuvimos a nuestra hija, valoramos la situación y queríamos tener más tiempo libre. Lo que hicimos fue vender el 80-90 % de nuestro rebaño, prácticamente todo, y mantener solo una buena familia de vacas. Como ejemplo de lo que estamos hablando, os puedo comentar que una ternera de las que vendimos, por 45.000 dólares, fue campeona júnior de 2 años y júnior de 3 años, y el señor que la compró la revendió por 115.000 dólares.
Tras hacer toda esta venta, comenzamos con el negocio de cuidar las vacas de otros.
¿Cómo surgió la idea de crear este hotel de vacas y cómo trabajan?
Es algo que se está haciendo cada vez más habitual. Nuestros clientes son personas que quieren tener vacas preparadas para concursos y no tienen las condiciones adecuadas en sus establos para que estas se mantengan en un ambiente libre de estrés, que puedan mostrar siempre un carácter lechero bueno, con un arreglado de pezuñas mucho más habitual de lo que se realiza en las explotaciones convencionales, sus pelados y lavados recurrentes...
Les proporcionamos una alimentación individualizada, con mucho más heno y concentrado que silo, con el fin de poder aumentar su capacidad y que desarrollen un buen carácter lechero.
Además, ofrecemos la posibilidad de realizar trasplante de embriones a aquellos que lo soliciten.
Al final se trata de mantener a los animales en forma para poder ir a concursos. Algunos están con nosotros todo el año y otros solo pasan la temporada de verano para prepararlos para Madison.
A día de hoy, estamos ordeñando 40 vacas y tenemos unas 50-60 novillas.
Con varias de sus vacas ha conseguido ganar uno de los mejores, sino el mejor, concurso de vacas a nivel internacional, el concurso de Madison. ¿Cuántas veces lo ha conseguido y cuál cree que ha sido el secreto?
Tuvimos la suerte entre los años 2000 y 2010 de tener tres vacas muy buenas, Paradise, BlackRose y RedRose y con esas tres vacas pudimos ganar Madison. Desde entonces, la verdad es que no hemos tenido muchos éxitos, porque es un campeonato que mejora cada año. Hay grupos de personas que se dedican a este tipo de concursos, que compran ganado específicamente para este certamen.
La principal faceta que tiene que tener la vaca para ganar es una buena ubre. Si tienes un animal con una ubre excepcional, cuentas con posibilidades de hacer un buen concurso, pero cada año se está poniendo más difícil.
En cada nueva edición de Madison se mejora muchísimo la calidad de los animales y la competitividad de los participantes, no solo en las holstein sino también en las rojas, y cada vez es más difícil conseguir un éxito en este show.
Ha sido reconocido dos veces por sus habilidades en la ganadería con los premios MacKenzie y Klussendorf. ¿Qué premian estos galardones y qué suponen para usted?
Por un lado, el MacKenzie es un premio a la persona que mantiene un equipo funcionando, está pendiente de todo lo que hay que hacer en el establo con las vacas de concurso. Las vacas estarán preparadas para cada certamen porque hay alguien que está pendiente de todo y que hace piña con su equipo para que todo vaya bien y resulte fácil.
Por otro lado, el Klussendorf es el premio más alto que una persona puede recibir de aquellos que se dedican a los concursos, porque se da a la persona que no solo es capaz de concursar bien en el ring sino que también ayuda a un rival en un momento dado, porque necesita algo, que muestra mucha deportividad y que demuestra un gran carácter y un buen saber estar.
Recibir el MacKenzie es un honor, pues es un galardón que te dan porque la gente reconoce la labor que estás realizando en el establo; pero el Klussendorf tiene mucho más valor, ya que es la propia gente la que te lo concede.
A nivel genético, ¿qué parámetros busca hoy en día? ¿Maneja la genómica?
Actualmente, todos los toros tienen la genómica hecha y con un teléfono puedes comprobar cuáles son los top que quieres utilizar. Nosotros nos decantamos por toros genómicos altos en tipo, pero tenemos siempre en cuenta los caracteres de salud y de producción de leche.
La ubre es importantísima, tanto en los concursos como en la producción.
En el caso de algunas vacas de show, si solo seleccionas por tipo, puedes tener problemas para que queden preñadas, porque tengan menos fertilidad. Entonces, desde mi punto de vista, lo ideal es buscar un equilibrio entre los rasgos de tipo y los de producción.
En general, como digo, buscamos toros balanceados. Otro ejemplo importante relativo a la cuestión del tamaño es que hay que darse cuenta de que ahora las vacas ya tienen un tamaño considerable. Toros con tipo 4 o 4,5 a veces no son adecuados, porque tienen demasiada estatura.
Para finalizar, ¿cómo describiría la situación del sector lácteo en EE. UU.? ¿Qué diferencias cree que existen con España?
En lo que he viajado por todo el mundo, en cuanto a los problemas de la leche y a su precio, creo que todos tenemos los mismos problemas. En EE. UU. las explotaciones son cada vez mayores y los precios van subiendo y bajando, subiendo y bajando.
Por una parte, hemos tenido buenos precios hasta hace seis meses y desde entonces el precio de la leche está bajando mucho. Ahora mismo los costes de producción son uno de los principales problemas, porque, a pesar de que el precio de la leche está bajando, se siguen manteniendo altos.
Por otra parte, tenemos también problemas con cuestiones medioambientales y con acceso a terreno público, porque las explotaciones, al ser cada vez más grandes, también necesitan más terreno y hay dificultades para hacerse con tierras.
A mayores, los costes laborales y los costes de mantenimiento de la maquinaria también se incrementan. Ahora mismo intentamos disminuir los gastos en personal y los gastos generales de la granja porque los precios son altos.
Gracias, Mark, por su tiempo con nosotros y esperamos volver a verle pronto por tierras españolas. Ha sido un placer.