EN LA GRANJA | CASA LEONARDO (ASTURIAS)

Continuidad para el proyecto familiar

Los padres y los abuelos de Juan Carlos González, actual presidente de Anembe, dedicaron sus vidas a la ganadería y, tras su jubilación, el veterinario y sus tres hermanos quisieron dar futuro a la granja sin apostar por el crecimiento pero sí por la incorporación de los últimos avances y las nuevas tecnologías. Nos lo muestran en Vaca Pinta 38.

Localización: Corvera (Asturias)
Propietarios:José Manuel, Juan Carlos, Luis Javier y Mimi González
N.º total de animales: 100
Vacas en ordeño: 55
Media de producción: 43 kg/vaca/día
Porcentaje de grasa: 4,01 %
Porcentaje de proteína: 3,20 %
RCS: 130.000 cél./ml
Venta de la leche: Central Lechera Asturiana

En los años 60 Casa Leonardo, ubicada en la localidad asturiana de Corvera, contaba con una docena de vacas, pero la llegada de la fábrica de Ensidesa a Avilés provocó una gran demanda de alimentos para el consumo de los trabajadores y la gran mayoría de las granjas de la zona se especializaron en la producción de leche. “La nuestra no fue una excepción y en ese momento se comenzó con la producción en mayores cantidades hasta que en los 80 llegaron a producir unos 140.000 litros”, recuerda Juan Carlos González.
En la actualidad, Juan Carlos y sus tres hermanos, José Manuel, Luis Javier y Mimi, mantienen un rebaño de unas 100 cabezas, de las que ordeñan unas 55 vacas en un único robot. 
La presión urbanística de la zona, en pleno centro de Asturias, línea de costa y a medio camino entre Avilés y Gijón, les ha puesto las cosas difíciles en cuanto a gestión de base territorial y han apostado por “una explotación muy intensiva, con pocos animales y muy productores” en la que aprovechan los recursos que tienen y compran lo que les hace falta.


COMODIDAD PARA LOS ANIMALES 
Todo gira en torno a una instalación, la original, que han ido adaptando poco a poco con diversas modificaciones para las vacas productoras, las novillas y la recría. Priorizan para el bienestar animal una buena gestión de las camas, que los patios sean anchos y que exista una buena ventilación.
“Hemos conseguido tener unos cubículos con cama de arena, porque nos parece fundamental para lograr una buena higiene en el ordeño, y hemos tirado paredes y puesto ventiladores porque, aunque nos decían que en el norte no hacía falta, las temperaturas y la humedad aquí afectan mucho”, apunta. 


ORDEÑO AUTOMATIZADO
“Robotizamos el ordeño porque consideramos que era la manera para poder gestionar nosotros la granja, teniendo en cuenta que todos trabajamos fuera”, indica Juan Carlos.
Tomaron la decisión hace ya 10 años, cuando esta tecnología todavía era incipiente, y tras todo este tiempo considera que han alcanzado una mejora en diversos aspectos: calidad de ubre, producción y gestión de los datos. “La media actual de ordeños ronda los 3,3 por vaca y día y hemos incrementado los litros producidos sin aumentar el número de animales”, concreta. 


 “Pasamos de producir algo más de 400.000 litros de leche cada año a ordeñar con el robot unos 750.000 litros anuales”

Suman un total de 43 kg diarios por vaca, con un 4,01 % de grasa y un 3,20 % de proteína. "Pasamos de producir algo más de 400.000 litros de leche cada año a ordeñar con el robot unos 750.000 litros anuales", diferencia.

Además, les ha permitido una mejor calidad de vida para ellos y también para las vacas. “Mi mecánica es venir a la granja todos los días por la mañana, ir al ordenador y ver las incidencias que han ocurrido, las alarmas que ha dado el robot y los informes de salud, de celos y de producción”, señala el veterinario. Con base en todo ello, gestiona el día a día de su granja y tiene experiencias de primera mano para asesorar a otros ganaderos con robots.
En cuanto a los animales, asegura que “están muy tranquilos y se ordeñan voluntariamente. Se obtiene una dinámica muy cómoda”. 

RACIÓN CON SILO DE HIERBA Y DE MAÍZ  
En el pueblo de la granja había hace 40 años unos 30 ganaderos y hoy solamente queda en activo esta explotación. Su base territorial propia no era muy grande y lo que han ido haciendo a lo largo de todo este tiempo es ir arrendando todos los terrenos de las granjas vecinas que fueron echando el cierre.
Así, aunque son todas fincas muy pequeñas, están rotando cultivos de maíz y mezcla de gramíneas y leguminosas a lo largo del año para conseguir “un aporte forrajero –dice– de calidad”.

Preparan la ración de las productoras con 25 kg de silo de maíz, unos 8 o 10 kg de silo de hierba, un poco de paja y concentrado.

IMPORTANCIA DE LA RECRÍA
Para la gestión de la recría, González reconoce que le ha dado muchas vueltas a la cabeza, incluso se ha planteado en algún momento enviarla a un centro externo, porque las condiciones de humedad con las que conviven generan siempre muchos problemas con los animales más pequeños.
“Hemos intentado buscar siempre espacios de aislamiento individualizados para las primeras edades, bien ventilados y lo más secos posible para evitar enfermedades”, detalla.
Luego, van haciendo lotes por edades para generar distintos manejos en función de las necesidades, las destetan entre los 45 y los 60 días, las descuernan y van pasando a la fase de inseminación entre los 10 y los 14 meses. Cuando están preñadas, las llevan al campo y pasan allí varios meses hasta que cumplen los ocho meses de gestación, que se incorporan ya a la nave de producción.


 “Para mí una buena vaca es aquella que no tiene enfermedades, que es buena productora y que dura muchos años en la ganadería”

APUESTA TOTAL POR LA GENÓMICA
El padre de Juan Carlos era un gran amante de los concursos morfológicos y a todos les gustaron desde siempre las buenas vacas, pero, con la llegada firme de la genómica, esta visión fue cambiando poco a poco esta tradición familiar.
“Ahora mismo todo se genotipa y tienes una predictibilidad, cuando nace un ternero o ternera, de saber al 75 % qué va a transmitir. No utilizar estos avances sería desperdiciar una cantidad de información muy valiosa”, puntualiza. 
Juan Carlos hace memoria y recuerda cómo, cuando comenzó en Anembe por los años 90, les llamaban la atención las producciones de las vacas en Israel, que llegaban a los 60 litros. Ahora, en su propia granja, hay vacas que “están dando 70 litros de leche a cuatro ordeños”. 
Busca principalmente rasgos de salud y de eficiencia siempre a través de sementales genómicos. “Para mí una buena vaca es aquella que no tiene enfermedades, que es buena productora y que dura muchos años en la ganadería” y añade “ahora mismo tengo mucha menos recría que hace 12 o 15 años, porque necesito menos reposición al tener vacas más duraderas”.
Está inseminando a todas las novillas y a dos o tres vacas top con semen sexado; a todo el resto, con cruce industrial, concede un periodo de espera voluntario de 60 días para vacas o de 90 días para novillas y está logrando una media de partos de 3,6.
Para seguir mejorando su selección genética ha empezado a genotipar a seis u ocho novillas cada año. “Genotipar es una inversión, entonces solo se lo hago a las mejores y con ello decido si tengo que mejorar la producción, las patas, la ubre…”, afirma.


VENTA Y ESTABILIDAD
Venden su producción a Central Lechera Asturiana y declara que “es la cooperativa que ha permitido sobrevivir a muchas estructuras familiares como la nuestra, nos ha recogido la leche, aportado materias primas y servicios y ha sido un flotador para mantener los vaivenes que el mundo de los precios de la leche ha tenido en estos últimos años”.
De cara al futuro, Juan Carlos admite que su ganadería ha llegado a la meta que se propusieron en su día, matiza que “pueden mejorar un poco más en eficiencia” y que “ahora mismo su objetivo es tener este número de animales, pero siendo los mejores y los más rentables” y confiesa que “poder ir a la granja todos los días es un desahogo; aunque tengamos problemas y trabajo, es un modo de vida que no cambiaría”.