Bernard Vallat ejerció durante casi dos décadas la veterinaria en países en vías de desarrollo. Posteriormente formó parte del Ministerio de Asuntos Exteriores en Francia, hasta que fue elegido director de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), puesto que ocupó durante 15 años. Sobre su experiencia profesional, así como sobre el consumo de productos de origen animal, nos habló en nuestro encuentro en el World Buiatrics Congress de Madrid, el cual se publicó en Vaca Pinta 34.
Ha intervenido en la mesa redonda del WBC sobre omnívoros. ¿Qué aspectos han tratado?
Hemos tocado varios palos. Entre ellos, hemos abordado los argumentos de los animalistas para convencer a la gente de no consumir productos de origen animal, así como las estrategias que siguen y el tipo de acciones que se deberían llevar a cabo, en contrapartida, para dar información a los consumidores sobre los bene cios de criar animales y de consumir sus productos.
Tiene una amplia trayectoria profesional trabajando en África, en donde el veganismo es casi inexistente. ¿A qué se debe?
Mi experiencia en este continente me permite tener una visión muy diferente a la de los europeos. Casi podría decirse que la opción de ser vegano o vegetariano allí se ve como un capricho. En África, consumir, por ejemplo, leche o productos derivados es un lujo. Ellos no se pueden permitir comer a sus animales, sino que los venden para tener efectivo para pagar la escuela de sus hijos, para comprar medicamentos… En estas zonas en vías de desarrollo consideran ridículo el comportamiento de los países ricos respecto al consumo de carne.
¿Son realistas los argumentos de los animalistas para defender el no-consumo de carne o lácteos?
No. Apuntan, primero, que los animales tienen los mismos derechos que las personas, motivo por el cual no tenemos potestad para sacrificarlos para consumir sus productos. Se apoyan en estudios que ellos mismo fi nancian, en los que abordan las consecuencias del consumo de productos de origen animal para la salud y la nutrición; pero nosotros también tenemos estudios para responderles. Utilizan también el cambio climático y el impacto negativo que tienen la agricultura y la ganadería en el medio ambiente, pero olvidan decir que los pastos son muy positivos para la captura de carbono, que son una ventaja para la biodiversidad, para la naturaleza.
Nosotros también tenemos argumentos para defender al sector agroganadero y debemos hablar de ellos. Hay aspectos jurídicos, de salud y de medio ambiente de los que hay que dar detalles para poder juzgar con propiedad.
¿Es esta una tendencia global?
Existen muchas diferencias en el mundo respecto al comportamiento de la gente en cuanto a esto. Europa es el continente donde hay el mayor número de partidarios de esta tendencia en contra de la cría de animales. En América del Norte y del Sur son movimientos menos activos, pero están ahí. En África y en Asia son prácticamente inexistentes.
¿El sector de la buiatría está sufriendo de alguna manera las consecuencias de estos movimientos?
Por supuesto, es algo inevitable. Por ejemplo, ahora, los estudiantes de Veterinaria vienen en su mayoría del entorno urbano, casi el 90 % de vienen de ciudades. Desconocen el campo, entran en la universidad sin haber tocado una vaca en su vida y es complicado transmitirles una cultura que desconocen, hacerlos conscientes de que esta es una actividad positiva para la sociedad. En ese sentido tenemos una tarea pendiente. Ya hay facultades de veterinaria que han comprado fincas con animales y que fomentan que los estudiantes vayan a trabajar en ellos, y no solo tratándolos, sino participando también en todo el proceso de producción. Creo que es algo fundamental para capacitar a todos los profesionales de la veterinaria del mundo.
Estuvo durante 15 años al frente de la OMSA. ¿En qué aspectos hicieron mayor hincapié durante su tiempo en el cargo?
En general, la gente no presta atención al hecho de que hay un riesgo sanitario vinculado a los animales, pese a que ya hemos tenido que manejar crisis como la de las vacas locas o la de la gripe aviar. En esos momentos en los que era director de la OMSA creo que la sociedad consideraba que se trataba de daños extraordinarios y que lo que había que hacer era suprimir este tipo de producción para proteger a la población humana. Trabajamos mucho a nivel científico y político para explicar que los medios de comunicación tenían una estrategia de negocio, porque el miedo vende mucho, que los llevaba a comunicar en negativo, desinformando. Eliminar este tipo de percepciones era, junto con promover la ciencia y la independencia, algo fundamental. La OMSA fue la precursora de un concepto del que se está hablando mucho últimamente: el One Health.
¿De qué manera intervinieron en su desarrollo?
La OMSA fue la fuente, el origen del concepto One Health, el cual se desarrolló junto con varias universidades de Estados Unidos. El lema inicial fue “one health, one medicine”, pero finalmente se llegó al consenso de emplear solo “one health”. La OMSA se encargó de comunicar este tema a nivel político, de su difusión en los ministerios de salud, porque en aquel entonces no tenían ni idea de la importancia de trabajar con los veterinarios y con los especialistas en medio ambiente. Hicimos un intenso trabajo político para concienciarlos y finalmente llegamos a firmar un acuerdo mundial con la OMS y con la FAO para la promoción del concepto. A nivel personal estuve muy implicado en su difusión.
¿Cree que todavía falta implicación a nivel político e institucional para que la sociedad pueda llegar a desarrollar una mayor conciencia respecto a su importancia?
Siempre se puede hacer más. Durante mi carrera en África, después como jefe veterinario de Francia y posteriormente en la OMSA, una de mis prioridades fue convencer de la importancia de los veterinarios para velar por el bienestar mundial de la población.
Por ejemplo, en la OMSA elaboramos un sistema llamado “Proceso PVS”, que realiza una evaluación de la calidad de los servicios veterinarios, de la sanidad animal y de la salud pública veterinaria. Un total de 140 países utilizaron de manera oficial esta herramienta y, tras emplearla, más de 100 aumentaron los presupuestos para la formación veterinaria y para promover leyes que diesen más peso a los conocimientos veterinarios. Creo que esa es la senda que habría que seguir. Proteger a la profesión veterinaria en el mundo debería ser prioritario.
UNA CARRERA CONTRA LA DESIGUALDAD Y POR LA SALUD ÚNICA
El veterinario francés Bernard Vallat empezó su carrera profesional en África, donde trabajó durante 17 años en países en vías de desarrollo mano a mano con los médicos para proteger a humanos y animales (fundamentalmente rumiantes como camellos, vacas de cebo y cabras) de enfermedades como la peste bovina, la peripleumonía o el carbunco. “También trabajamos en ayudar a las poblaciones a sobrevivir en condiciones de sequía, en el desierto. Fue una experiencia muy interesante”, recuerda.
Durante este tiempo, parte de su trabajo se orientó hacia la formación de personas respecto al cuidado de sus animales: “Teníamos recursos internacionales para dispensar vacunas gratuitas y también para llevar a cabo otras acciones con los animales, pero no había servicios veterinarios, entonces debíamos capacitar a la población, a gente que no sabía ni leer ni escribir”. Así pues, Vallat ofreció formaciones muy concretas a personas con pocos recursos para que pudiesen gestionar sus rebaños. “Esto es básico. Promover acciones como estas, que los ayuden a ser capaces de encargarse correctamente de sus animales, es la manera para que lleguen a ser autosuficientes”.
De vuelta en Francia, ejerció primero la labor de coordinación y cooperación en los países pobres en el Ministerio de Asuntos Exteriores galo y posteriormente desempeñó el cargo de jefe veterinario a nivel nacional.
En mayo de 2000 fue elegido director general de la Organización Mundial de Salud Animal (OMSA), la cual cuenta con 181 países miembros, un puesto para el que fue reelegido en dos ocasiones. Desde 2016 es director general honorario de la OMSA y en la actualidad, ya como jubilado, trabaja en la promoción del consumo de productos de origen animal.