#YoSoyCampo | Javier Jiménez (Córdoba)

“El futuro del veterinario de explotación tendrá que estar también enfocado a la gestión de la agricultura”

Al sur de la península, en Córdoba, nos encontramos con Javier Jiménez, quien comenzó sus estudios en Veterinaria en 2011; una vez que finalizó la carrera, en el año 2016, ya pudo empezar a trabajar. Actualmente, es veterinario en DehesaVet y, en esta nueva entrega de #YoSoyCampo, publicada en Vaca Pinta 39, profundiza en su trabajo diario, relata una anécdota que le marcó en sus inicios y da su opinión sobre la situación de la profesión dentro del sector a día de hoy.

¿Qué te motivó a adentrarte en esta profesión?
La razón por la cual estudié Veterinaria fue porque, desde que tengo uso de razón, me gusta todo lo que tiene que ver con el campo y la naturaleza. Mis abuelos eran ganaderos, mi padre es veterinario… Todo ello me llevó a ser quien soy.

¿Cuáles son tus principales funciones como veterinario?
La gestión de explotaciones de vacuno de leche y de carne, fundamentalmente a tres niveles. A nivel reproductivo, en las hembras, mediante las herramientas de ecografía, inseminación y transferencia de embriones, para llevar a cabo una mejora genética y de rentabilidad de la explotación. 
También, como segundo pilar, a nivel sanitario: el estudio de la eficiencia y la calidad seminal de los sementales, a través del análisis de las principales patologías que sufre esta especie. Se llevan a cabo programas de prevención para evitar y erradicar estos problemas que afectan durante todo el ciclo reproductivo de los animales.
Por último, pero no menos importante, la alimentación; es vital garantizar los requerimientos nutricionales básicos en cada ciclo y etapa reproductiva del animal y, a mayores, conseguir que sea rentable.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Fundamentalmente, la libertad de la que podemos gozar en el campo. En el día a día, ves que la gente es muy campechana, y también es interesante marcarse una serie de objetivos y poder cumplirlos. Otro aspecto que me encanta es la recría y la mejora genética del ganado año a año, sobre todo de limousin, que es la raza que más me gusta.

¿Recuerdas alguna anécdota que te haya marcado?
En mi primer año de trabajo estuve en la zona de Piedrahíta, en Ávila. En una noche de invierno, me llamaron a las tres de la mañana unos ganaderos de una aldea. Cuando llegué allí, la vaca en cuestión tenía torsión de matriz, y tuve que proceder a hacer la cesárea. La experiencia fue muy bonita y aquellas personas tenían unos valores destacables: cuando terminé, recuerdo perfectamente cómo la mujer del ganadero llegó con su cubo de agua caliente, su pastilla de jabón y su toalla… Lo tengo grabado en mi memoria.

¿Qué problemas ves dentro de la profesión?
La mayor complicación que se nos presenta es la falta de agua: tenemos una sequía importante. Otro problema es que el valor del producto es menor de lo que debería ser; entonces, considero que necesitamos una figura que haga entender a la sociedad la necesidad de pagar por el producto. El ganadero no necesita subvenciones, necesita que su trabajo esté bien valorado.

¿Cómo ves el futuro de la veterinaria de campo?
Yo creo que va a cambiar y que el futuro del veterinario de explotación tendrá que estar también enfocado a la gestión de la agricultura; tenemos que hacerla eficiente. Es una parte que está apenas sin explotar y necesitamos que los campos estén correctamente gestionados para ver una mejora. 

¿Qué opinas sobre la falta de emprendimiento en el sector?
Al final nadie quiere tener responsabilidades y hay una falta de ilusión generalizada. Yo opino que las autoridades deberían motivar a la gente, también a nivel fiscal, a que quieran emprender y desarrollar su empresa. Por ejemplo, en el caso de las personas jóvenes, estaría bien que se les estimulase para poner en marcha su negocio propio.